Instrucciones para curar un corazón herido

Un corazón herido. | Julio César Osoyo

Tomar distancia. Asumir la pérdida. No sustituir con alguien más. Leer literatura. Seguir con la distancia. Hacer ejercicio. Estar con amigos. Sentir el dolor de la ausencia. No distraerse con analgésicos o sedantes: sean legales o ilegales.

Leer más literatura. Perdonar y perdonarse sabiendo que no todo fue como el final. Dejar ir. Irse. No postergar el final. Saber perder y asumir la perdida. Hablar con amigos sinceros sobre lo que se siente tener el corazón hecho pedazos y escuchar sus historias. Abrazar a un gato. Escribir lo raro que se siente sentir con todo el cuerpo. Contar tu historia. Sufrir. Llorar. Levantarse temprano. Trabajar con pasión. Ir a nadar de vez en cuando. Seguir con la distancia.

Permitirse saber del dolor de la perdida que aprieta el pecho y la avalancha de recuerdos que no se detiene. Seguir de pie con esperanza en la vida. Volverse un guerrero solitario. Escuchar música. Seguir leyendo literatura. Sonreír de vez en cuando. Confiar en la escritura y en el poder curativo de las palabras. Lo que no se puede cambiar en lo real se modifica en lo simbólico.

Escribir lo que se siente: la desilución y la tristeza. Escribir qué se siente al imaginar que no habrá mañana. Escuchar a los amigos decir que éste estado será pasajero y que vendrán días mejores.

Y creer en ellos con la fuerza del amor que nos hizo más vulnerables y al mismo tiempo inmensamente humanos.