Turismo de Noche de Muertos: buscar lo que no hay para extraer lo que resiste

Muchas violencias acompañan la presumida derrama económica con que se justifican las políticas turísticas en las comunidades originarias.

Celina Yunuen Manuel Piñón, cineasta, productora audiovisual y tallerista con niñas, nacida en la comunidad p’urhépecha de Santa Fe de la Laguna | Fotografía: Omar Ángel Chávez.

Morelia, Mich.- La Noche de Muertos es una temporada de alta afluencia turística y gran derrama económica en las comunidades originarias de Michoacán, pero junto con éstas vienen también el vaciamiento de las identidades culturales, los intercambios injustos en perjuicio de los pobladores, la exotización de sus prácticas y la muerte simbólica de lo que en éstas hay de vivo y en resistencia.

Estos son los puntos en los que reparó Celina Yunuen Manuel Piñón, cineasta, productora audiovisual y tallerista con niñas, nacida en la comunidad p’urhépecha de Santa Fe de la Laguna, de donde surgen las reflexiones que compartió.

El año 2018 representa un punto de quiebre en su manera de abordar el turismo de Noche de Muertos en su comunidad, año en que se presentó la película Coco, a partir del cual la gente comenzó a llegar a Santa Fe buscando al personaje de la abuela, que da título a la animación.

“Incluso se instaló la casa, decían que era mamá Coco, una señora que falleció este año. Venía la gente buscándola. Esas cosas de la película fueron inspiradas en varias comunidades, pero no existen típicamente, porque ya fue una creación con todos los artistas de Disney. Fue una sorpresa, fue muy loco. No sé si lo que están buscando es lo que hay aquí”, refirió.

Desde entonces, la comunidad recibe una “vorágine” turística que la sorprendió “bruscamente”: “De repente eran jornadas larguísimas para las señoras que tenían los altares en sus casas, porque llegaba mucha gente todos los días, todo el día, cuando regularmente era el pueblo el que lleva fruta y recibe comida a cambio en las casas”, expuso.

Sin embargo, no es un turismo reflexivo, pausado, respetuoso el que visita la comunidad, según comentó la entrevistada, sino uno que llega con una mirada que “exotiza” las prácticas culturales y convierte en “accesorios” los elementos rituales, de ahí las selfies y la compra de artesanías como suvenires: “Es como si se esperara que fuera una experiencia de parque de diversiones o de safari”.

Dijo observar esta exotización de la Noche de Muertos también en las narrativas de las fotografías y los documentales: “Como esta cosa de querer explicarnos hacia el mundo exterior… ¿Por qué? ¿Por qué nos tienen que explicar? Hay cosas que son de nosotros, para nosotros y ya. Si a alguien le interesa va acercarse a preguntar”.

Rescatar lo que está vivo, pero no cuidarlo de las imposiciones del mercado turístico
Celina Yunuen se refirió también a estos discursos según los cuales se replican las tradiciones en otros lugares –por ejemplo, la capital de Michoacán– bajo el discurso de recuperar, resguardar, salvar o cuidar las tradiciones de Michoacán.

“Esta cosa de ‘preservar’, como si fuera algo del pasado o algo a punto de desaparecer. No. Estos rituales, estas cosas que hacemos cada año que siguen vivas en las comunidades, no es algo que se esté muriendo”.

Si hubiera que cuidarlas, señaló, sería, en todo caso, “de estas imposiciones, de los procesos de extraer lo que te funciona para hacer una experiencia, un show, un espectáculo, y le quitas todo lo demás. Pero no se puede desarmar así”.

Resistencias

Si bien la creadora p’urhépecha reconoce la imposición del mercado turístico, impulsada por las propias dependencias gubernamentales, también dijo no dejar de ver entre toda una serie de resistencias de la comunidad ante todas estas violencias mercantiles, epistémicas y culturales.

Por una parte, refirió que ya varias personas se preparan año con año específicamente para vender ciertas cosas (coronas, recuerditos), cosas que no había antes; por otra, sin embargo, “sigue sucediendo esta parte más íntima”, que ocurriría los días en que la mayoría de los turistas se van de Santa Fe de la Laguna.

“Sí veo cómo se va transformando todo esto, pero también veo cómo se sigue guardando un poco. Sí hay una cosa que nos quedamos sólo para nosotros. Lo que quieran de eso, quédenselo, los aspectos más vistosos a primera y simple vista, pero lo más profundo, lo tenemos o lo sabemos quienes lo hemos vivido a lo largo de los años”.

Por último, describió una “disputa interna”, un proceso de deliberación comunitaria en el que se está discutiendo si es necesario entrarle o no a estas dinámicas, si es pertinente proveer estos servicios para sostenerse económicamente y, en tal caso, cuáles podrían ser alternativas más respetuosas en las que se den “verdaderos intercambios” entre personas.

Celina Yunuen, a través de un cine que intenta dar cuenta de la realidad de las comunidades desde una mirada interna, es autora de La espera, un cortometraje de ficción en el que narra la relación amorosa entre una mujer y su suegra, ambas p’urhépechas, mientras el marido de una e hijo de otra vuelve de Estados Unidos; así, llama la atención sobre una serie de tópicos todavía inexplorados por las miradas “de afuera”.