DEBATAMOS MICHOACÁN: Masculinidad

La masculinidad es una construcción eminentemente cultural performativa que se materializa en condiciones diferenciadas de clase, edad, raza, etnicidad, que se interrelacionan entre sí. (Imagen: especial)

Diseñar, desarrollar e impulsar proyectos sociales es altamente satisfactorio, así me sucedió con el proyecto de la “Escuela para hombres para prevenir y atender la violencia contra las mujeres”, durante el periodo 2020-2021.

Uno de los contenidos educativos que trabaje con el personal institucional que participó y se formó en la Escuela para hombres, fue la importancia de conocer la construcción social de las masculinidades; es decir, la importancia comprender el rol social que jugamos los masculinos.

En aquel momento expresé sobre las diversas construcciones teóricas que se han desarrollado para identificar la masculinidad social, abrevé del discurso de diversos teóricos tanto de Connell Robert y desde luego de Gutmann Marthew, Kimmel Michel, Pierre Bourdieu, incluso de Viveros Mara, teóricos fundantes de las reflexiones de la masculinidad, entre otros nacionales como Núñez Noriega Guillermo.

Andrade Xabier, nos expresa en el texto de “Masculinidades en el Ecuador”, que existen diversas perspectivas para identificar la construcción social de las masculinidades, derivado de reflexiones valorativas articuladas a procesos del ser, el deber ser, y el hacer de los hombres, que permiten entonces desde la teoría ofrecer distintas formas de comprender la construcción de la masculinidad.

Para Connell Robert, en sus contenidos teóricos “Masculinidades: poder y crisis”, plantea cuatro enfoques para definir la masculinidad y las identidades, así, los enfoques son esencialista, que nos permite ver la parte activa del masculino, en tanto que pasiva del cuerpo femenino; enfoque positivista, plantea lo que es el masculino, es decir, la diferencia entre lo que es socialmente el masculino, de lo que es el femenino. Enfoque normativo, prescribe el deber ser del masculino normativamente; en tanto que el enfoque semiótico, plantea la diferencia simbólica entre el hombre masculino y la mujer femenina, así, el hombre no es mujer y ocupa una posición de autoridad, en tanto que la mujer ocupa la posición de la carencia, de la subordinación, en el fondo los mandatos a los que se refiere Rita Segato en las estructuras elementales de la violencia. Esta posición de Connell deja de lado varios aspectos como centrarse en los procesos y relaciones que establecen tanto los hombres con las mujeres, entre otros.

Por otro lado, Gutman Matthew, en su reflexión teórica “Traficando son hombres: la antropología de la masculinidad”, explica que, para la comprensión de la masculinidad, existen cuatro entradas para la construcción de la narrativa de la masculinidad: la identidad masculina, la hombría, la virilidad, y desde luego los roles masculinos.

En esta desagregación para la comprensión de la masculinidad, se debe entender la identidad masculina como cualquier cosa que el hombre piense o haga con respecto de su ejercicio; por lo que respecta a la hombría, es de entenderse como los que los hombres piensan y hacen para legitimarse como hombres; en tanto que virilidad, los hombres utilizan algunos elementos de fuerza y poder, control, para ser considerados como más hombres que otros hombres y; el rol masculino, no es otra acción que, realizar acciones, que nada tengan que ver con lo que le corresponde a la mujer, para comprendernos, no a los cuidados, no a la crianza, no a las labores del hogar, es decir no a la economía feminista.

Lo único que nos comparte Gutman es que no existe una posición de masculinidad única; hay masculinos cisgénero, pero igualmente hay masculinos trans, y esto genera las contradicciones y tensiones sobre lo que existe para la construcción de la masculinidad social.

Otra académica que aborda el tema, es  Faur Eleonor, en su libro “Masculinidades y desarrollo social”, ella, plantea la existencia de tres tensiones conceptuales para definir la masculinidad; primero, la relación entre la naturaleza y la cultura para la definición de la identidad masculina, es decir, la masculinidad esencialista/biologicista, o bien constructivista/cultural; segunda, la masculinidad es individual o relacional, desde luego que se considera relacional, es decir, existe la masculinidad en relación con la feminidad, solo porque ella existe, por ello, la masculinidad es relacional; tercero, existe una elección individual o existe una coerción social para la construcción de la identidad masculina, Faur, nos expresa que aunque hay cierta libertad de cada sujeto para construir su identidad, siempre habrá de considerarse el marco normativo del deber ser al que se debe de ajustar la masculinidad.

Bajo este contexto, es importante expresar que la masculinidad se da bajo tensiones entre elementos individuales y normativos (deber ser), es decir en un campo que enfrenta la posición individual y el orden coactivo de la conducta, que materializan los ejercicios patriarcales, o bien, generan las relaciones para evitar las acciones patriarcales violentas e inician procesos individuales sin el sometimiento del deber ser.

Por otro lado, también el teórico Kimmel Michel, en su texto “Homofobia, temor, vergüenza y silencio en la identidad masculina”, y que en lo particular dio luz, al movimiento gay en Michoacán, al ser utilizadas las reflexiones teóricas por la organización Grupo de Facto Diversidad Sexual en Michoacán con los efectos ya conocidos, expresa que, es de considerarse cuando menos cuatro perspectivas. La primera perspectiva es la masculinidad de poder, comprendiendo que esto varia de lugar en lugar, cultura en cultura, tiempo en tiempo, pero lo que hace a un hombre de verdad es la definición de virilidad es un hombre en el poder, un hombre con poder, y un hombre de poder. El poder que somete a la mujer.

Segunda perspectiva, la masculinidad se convierte en una búsqueda permanente para demostrar que no se es mujer o femenina, generando de esta manera la afirmación de lo masculino. Kimell se plantea que es a través de la negación de ser mujer o femenino, los hombres aprenden la misoginia, el sexismo y la manera en el manejo y control de las emociones, de las debilidades. La tercera perspectiva es la validación socioemocional, sobre el manejo del cuerpo de la mujer, que es un privilegio patriarcal, con lo que se permite asumir que se es hombre y se es heterosexual en una sociedad sexista.

Igualmente, esta dimensión permite en el ejercicio de legitimar la masculinidad diversos peligros como el miedo al fracaso, la competencia con otros varones y la violencia contra las mujeres, demostrar ser masculino y heterosexual tienen un significado fuerte, que pone en riesgo la vida del hombre.

La cuarta perspectiva de la masculinidad es la homofobia, es decir, la separación del hombre con lo femenino, renuncia desde pequeño a su madre como lo comenta Freud para plantear su vínculo con su padre, lo que permite en todo caso, fortalecer al hombre como masculino, es decir, con una orientación sexual normativa heterosexual.

Para Kimmel la masculinidad es un conjunto de significados que cambian y que se construyen con nosotros mismos, con los otros y con el mundo en el paso del tiempo, por lo que esta aseveración nos permite afirmar que las masculinidades no son ahistóricas y atemporales, elementos ambos esencialistas.  Por lo que la masculinidad siendo histórica define su construcción de manera individual y colectiva de los sujetos que se rebelan contra la construcción definida por el deber ser como poder, como no femenino, como hegemónico, como homofobia.

Para Viveros Mara, la masculinidad es una construcción eminentemente cultural performativa que se materializa en condiciones diferenciadas de clase, edad, raza, etnicidad, que se interrelacionan entre sí, además de expresar la importancia de verla como un proceso que inicia en la infancia y se prolonga en la vida en donde intervienen juicios de otros, los juicios personales. Así, las masculinidades son múltiples y variadas de conformidad con la clase, raza, etnia, edad y sexualidad.

Como podemos observar apreciado lector, la construcción de la masculinidad, corre por distintas teorías y genera una diversidad de formas de alcanzarla; lo que me queda claro, hoy por hoy, no es hablar de la masculinidad per se, sino hablar de la deconstrucción de las masculinidades y el patriarcado que tanto daño han generado en la sociedad sometiendo, disciplinando y controlando a la mujer, donde seguimos hablando de una violencia extrema con el feminicidio, por ello, transitemos de masculinidades con mandatos de saber, poder, autoridad, jactancia, violencia a masculinidades positivas, comprometidas, generosas, amorosas, responsables compartidos de los cuidados, de la crianza, de las labores del hogar.