Las mareas

PRI y PRD los partidos que menos votos recibieron en las elecciones 2024.

Después de más 7 largos años de enfrentamientos armados iniciados el 20 de noviembre de 1910, los cuales dieron origen al movimiento social conocido como la Revolución Mexicana y una vez logrado su principal propósito de sustituir el régimen dictatorial porfirista, por uno democrático y con justicia social, la siguiente tarea fue pacificar el país y establecer las bases legales para lograr una nueva convivencia social.

Después de varios encuentros de negociación, los principales caudillos del movimiento revolucionario decidieron elaborar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en donde quedaran establecidas las leyes que deberían regir la nueva vida económica, política y social de los mexicanos, de acuerdo a los ideales que siempre soñaron nuestros antepasados. Constitución que fue firmada el 5 de febrero de 1917, por los diputados constituyentes, la que a la fecha sigue vigente con sus múltiples adecuaciones a la nueva realidad.

La promulgación de la Constitución no fue del todo suficiente para apaciguar los ánimos bélicos de algunos grupos regionales, que con las armas en la mano manifestaban su inconformidad al sentirse desplazados y marginados en la toma de ciertas decisiones que según ellos afectaban sus intereses personales y colectivos, pero sobre todo por el hecho de que no se le reconocieran sus derechos ganados a pulso en el campo de batalla.

La lucha por el poder seguía latente, con el riesgo de que en cualquier momento  estallara de nuevo el conflicto, ante esa realidad se aceleraban las negociaciones necesarias para transitar de forma pacifica a nuevo régimen de gobierno. Sólo que mientras se daban todo tipo de negociaciones para encontrarle una buena solución al problemas; los últimos caudillos de la Revolución Mexicana, misteriosamente uno a uno iban muriendo asesinados. Plutarco Elías Calles fue el único sobreviviente en medio de tanta tragedia, siendo presidente de México del 01 de octubre de 1924 al 30 de noviembre de 1928.

Durante su gobierno constitucional y su mandato de facto conocido como el “Maximato” (1928-1935), en el que fungieron como presidentes de México: Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez, se crearon importantes  instituciones que fueron fundamentales para el desarrollo nacional como el Banco de México, el Banco Nacional de Crédito Agrícola, el Banco del Trabajo, el Banco Hipotecario y de obras Públicas; también se rehabilitaron las instalaciones en donde actualmente funciona la Universidad Autónoma de Chapingo; se construyeron algunas carreteras y caminos; escuelas rurales e infraestructura hidráulica, entre otras.

Pero también se le ocurrió la idea de agrupar en una sola organización social a todos los grupos regionales que habían participado en la Revolución Mexicana y que reclamaban un espacio político como pago de sus servicio revolucionario. Para que por propia mano a lo largo y ancho del territorio nacional se repartieran a diestra y siniestra los tan deseados espacios de poder. Idea que se materializó el 4 de marzo de 1929, con la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR), que estuvo activo hasta el 30 de marzo de 1938, designando como su presidente al militar, político y diplomático  Manuel Pérez Treviño.

Con la creación del Partido Nacional Revolucionario empezó a formarse la marea tricolor (verde, blanco y rojo), colores oficiales del partido, que más rápido de lo pensado, invadió el territorio nacional, avalando con sus siglas a cada uno de sus militantes que de antemano eran seleccionados por sus dirigentes locales, como candidatos para ocupar algún cargo de elección popular en cada proceso electoral en turno. No había quien se opusiera a sus decisiones, en esos tiempos no existía competencia electoral alguna; cuantas veces participaban cuantas veces ganaban y ocupaban un cargo de elección popular, desde una regiduría hasta la misma presidencia de la república, todo al amparo de las siglas del PNR o la marea revolucionaria o tricolor.

El 30 de marzo de 1938, la marea revolucionaria o tricolor, cambio de nombre, a partir de ese día hasta el 18 de enero de 1946, se le conoció como Partido de la Revolución Mexicana (PRM), siendo designado como su presidente a Luís I Rodríguez. Dicha marea fortaleció su estructura política con la  incorporación de la  Confederación de Trabajadores de México (CTM); la Confederación Nacional Campesina (CNC); la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP); La Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado, (FTSE) y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). 

Aún cuando para esos tiempos ya había una competencia electoral, pues el día 16 de septiembre de 1939, se fundó una nueva organización política de ideología conservadora llamada Partido Acción Nacional (PAN), como una alternativa a la política social implementada por el gobierno del General Lázaro Cárdenas del Río; su participación electoral era prácticamente testimonial, al parecer no había ningún interés de sus militantes de ocupar alguno cargo de elección popular. Situación que aprovechaban si impedimento alguno los del tricolor, quienes para esas fechas manejaban el Partido de la Revolución Mexicana, como si se tratara de una empresa privada.

Nunca he podido entender cuál es el logro sustancial que se pretende alcanzar con cambiarle de nombre a las cosas, cuando todo se sigue haciéndose de la misma forma, como sucedió con el Partido de la Revolución Mexicana, que a partir  del 18 de enero de 1946, cambio al nombre de Partido Revolucionario Institucional(PRI), designando como presidente a Rafael Pascasio Gamboa, se siguió identificando  con los colores tradicionales: verde, blanco y rojo, alcanzando su máximo esplendor en la décadas de los 60 y 70 del siglo pasado.

Esplendor que empezó a opacarse, en 1988, en el mismo momento en que se designó a Carlos Salinas de Gortari como su candidato a la presidencia de la republica, siendo que su formación política no se realizó dentro de la infraestructura priista. Por otra parte, un grupo disidente al amparo de las siglas de un Frente Democrático Nacional, apoyó a su propio candidato, en la Persona de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien al final ganó la contienda electoral, pero mediante un descarado fraude y la complicidad del Partido Acción Nacional, fue anulado su indiscutible triunfo.

Como pago de ese servicio de complicidad el presidente ilegítimo le dio algunas concesiones al PAN, destacando por su importancia la gubernatura de Baja California, que ostentó  el panista Ernesto Ruffo Appel del 01 de noviembre de 1989 al 31 de octubre de 1995 y luego la gubernatura de Guanajuato, nombramiento que recayó en Carlos Medina Plascencia (1991-1995). Dándose cuenta los panistas que la política es mucho mejor negocio que la administración de una empresa.  

A partir de ese entonces, los panistas  empezaron a pelear palmo a palmo cada uno de los cargos de elección popular, al grado tal que han sido capaces de aliarse hasta con quienes ostentan doctrinas ideológicas totalmente opuestas, posiblemente siguiendo los consejos de que el fin justifica los medios, tal y como sucedió en esta ultima contienda por la presidencia de la republica, donde el PAN, PRI y PRD, unieron esfuerzo con el  mismo fin, formando la marea multicolores y como esas juntas  no le han funcionado, ahora amenazan con la movilización de la llanada marea rosa, con el cuento que se trata de la sociedad civil. Cuando bien sabemos que todos los que no estamos relacionado con las fuerzas armadas, policías municipales, estatales u otro cuerpo de seguridad publica u ostentamos algún cargo religioso, pertenecemos a la sociedad civil.

Lo que no han querido entender los que han vivido y viven de la política y algunos dueños del dinero, que en los tiempos que estamos viviendo ya no se le puede engañar al pueblo, si no responden a la confianza otorgada, aun cuando cambien de colores o se quieran proteger bajo el manto de alguna marea surgida de su imaginación. Su credibilidad política se irá extinguiendo tan rápido como cualquier marejada.