Septiembre…

Llegó septiembre, el noveno mes del año en medio de la más grande crisis económica y de salud. 

Septiembre es un mes clave para nuestro país y su historia. El 13 se conmemora la batalla contra los invasores norteamericanos, el 15 se celebra la lucha heroica por nuestra independencia.

El 19, nos recuerda nuestra pequeñez ante la naturaleza. Los terremotos del 85 y del 2017 fueron determinantes para los habitantes de la Ciudad de México.

El 26 nos recuerda que la impunidad no se ha erradicado, nos recuerda que nadie está seguro, que los intereses económicos y políticos están, sobre todo. La desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa es icono de injusticia, que no se olvida.

El pasado martes primer día del mes, me levanté muy temprano para escuchar, ver y analizar el segundo informe presidencial.

Desde muy pequeña mi padre me enseñó a verlo, a estar atenta. Me enseñó el lenguaje gestual, a quienes se abrazan, a quienes no y por qué. A donde se dirigen las miradas severas y/o las complacientes. Sobre todo, me enseñó a poner atención a lo que no se decía.

Los informes de antes eran muy diferentes a los de ahora. Cada uno tenía y tiene su muy particular significado y maneras.

Antes del 88, los informes se limitaban a la enorme enumeración de cifras. Se les conocía como      “la danza de los millones”, millones iban y venían, horas y horas de hacer todo lo posible para que el pueblo creyera en la veracidad de las cifras y el para que habían sido utilizados los recursos.

El 88 fue un parteaguas, en ese año la oposición dejó de besar la mano, pasó a ser crítica y cuestionadora. 

Recuerdo a Marcos Rascón poniéndose una cabeza de cerdo a manera de repudió a las porquerías del presidente en turno. Recuerdo los cientos de boletas electorales que se le lanzaron a Salinas de Gortari en protesta por su ascensión al poder, por haberse efectuado al más grande fraude electoral.

Recuerdo al entonces diputado Vicente Fox poniéndose en las orejas las boletas electorales a manera de orejas de burro, como retando a Salinas.  Quien iba a decir que él mismo siendo presidente en el 2000, so pretexto de que era un formato caduco dar informes a la nación, acabó con este importante acto de rendición de cuentas.

Acabó sin más con ese importante acto, como suelen hacer los presidentes, sin pedir permiso ni tomar en cuenta opiniones al respecto. Desde entonces solo entregan un informe escrito que consta de miles de hojas, que dudo que alguien analice a profundidad, y obviamente que ese “informe” nunca más llegó a ojos y oídos de la ciudadanía.

El informe de este año se llevó a cabo en Palacio Nacional, sin el Congreso, solo con 70 invitados.

A las nueve en punto de la mañana, llegó el presidente y sin preámbulo alguno dijo “Yo fui de los primeros en decir siempre que el problema de México es la corrupción”.

Sin duda otra manera de gobernar y de mandar mensajes. Como cuando refiriéndose de manera notoria y especial,comentó que había invitado al Fiscal y al presidente de la Suprema Corte, quienes no asistieron, y dijo “tienen la arrogancia de creerse libres”.

El presidente afirmó, que según cifras oficiales hay menos secuestros, feminicidios y robos, con una baja de alrededor del 30 por ciento, aunque han aumentado los asesinatos dolosos y las extorsiones.

Dijo que ya no hay torturas, desapariciones ni masacres. “Ya no manda la delincuencia organizada como era antes”.

Respecto al medio ambiente calificó a su administración como la más ecologista, no como dicen los “pseudoecologistas”.

El presidente señaló que según cálculos oficiales, por la austeridad y no permitir la corrupción, se han ahorrado 560 mil millones. “No es para presumir, pero en el peor momento contamos con el mejor gobierno”, aseveró el presidente al rendir su informe en Palacio Nacional.

Al día siguiente en la mañanera se le formularon algunas preguntas sobre lo dicho en su informe. Acerca del medio ambiente un periodista le preguntó sobre la renuncia de Víctor Manuel Toledo, ya que había quedado un tema importante de contaminación de los ríos en Sonora a causa de la actividad minera.

A lo que el presidente contestó que los anteriores gobiernos habían concesionado el 60 por ciento del territorio nacionaly ni cuenta nos habíamos dado. Deslindándose de lo que hoy acontece. Y reclamando a los periodistas y ambientalistaspor no haber reclamado a los otros presidentes por lo que hacían.

Recordé que a nivel internacional México es considerado uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo en el mundo, fueron asesinados 134 periodistas entre el 2000 y febrero del 2018.

La organización Reporteros Sin Fronteras sitúa al país en el sitio 144 de 180 países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2019. Asimismo, señala que el 99.3 por ciento de los asesinatos de periodistas no se investiga de manera exhaustiva, imparcial y objetiva. Dieciséisperiodistas han sido desparecidos o asesinados en lo que va del 2019-2020. 

Lo mismo se puede aseverar de los defensores del medio ambiente y/o de sus territorios.

El asesinato y la violencia en contra de Activistas en México han crecido exponencialmente.  Según las cifras de instituciones como Amnistía Internacional, Global Witness y el Centro Mexicano de Derecho Ambiental. En un informe de 2018, se contabilizaron 108 asesinatos de activistas en México en una década; de los cuales 85 (66 por ciento) eran de origen indígena.

Según Amnistía Internacional, hasta septiembre de 2019, 12 personas que se dedicaban al activismo medio ambiental, la defensa de la tierra y el territorio habían sido asesinadas en México. En todos los casos, los activistas habían sido amedrentados o intimidados.

De octubre de 2019 a febrero de 2020 hubo 3 asesinatos más de activistas que denunciaban   megaproyectos. Durante el primer año de esta administración 15 activistas perdieron la vida. 

México es un país enormemente rico, con toda nuestra riqueza minera y energética seríamos una potencia mundial. Con toda la riqueza que se llevan las compañías mineras ya habríamos pagado toda la deuda, todos tendríamos un nivel de vida alto. Sin embargo, no se han quitado las concesiones a las compañías mineras, todas nuestras riquezas se van al extranjero o quedan en unas cuantas manos.

Septiembre nos debe recordar de qué estamos hechos, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir. Transformar este país no es fácil, y no es tarea de un hombre o de un partido sino de todos los mexicanos.

Recordemos y honremos a todos los que han dado su vida por un México libre, soberano y dueño de su destino.