¿Qué diría Zapata?

Huestes zapatistas en Tuzantla...

El próximo domingo 8 de agosto Emiliano Zapata cumpliría 142 años de haber nacido. Es uno de esos nacimientos que uno agradece a la vida de que hayan ocurrido. Su nacimiento y existencia son motivo de agradecimiento y alegría.

Muy pocos saben su fecha de nacimiento, siempre los actos conmemorativos son el 10 de abril día en que fue arteramente asesinado.

Esto no es casualidad. La figura de Emiliano Zapata le es incomoda al poder. Si bien le hacen actos en su honor el día de su muerte, en los hechos, no respetan su lucha, su ideología, su actuar, su palabra.

Nació en Anenecuilco Morelos, sus padres fueron Gabriel Zapata y Cleofás Salazar. Fue educado conforme a los usos y costumbres indígenas; lo cual significaba, servir a la comunidad, respetar la palabra, respetar y obedecer al consejo de ancianos. Desde muy pequeño dio muestras de aguda inteligencia y capacidad de aprendizaje, servicio y amor a la tierra.

Emiliano Zapata creció como todos los niños indígenas; padeciendo desigualdad, hambre y todo tipo de injusticias. Lo cual le creo un carácter recio y determinación por cambiar la situación de las comunidades indígenas.

El Consejo de ancianos, al observar su enorme capacidad de servicio a la comunidad, su inteligencia y el que hablara no solo el náhuatl, sino también el español, le nombraron Calpuleque, designación que se le otorga a “el que manda obedeciendo.” (12 septiembre 1909) Y se le entregó el bastón de mando.

Le hicieron entrega de los papeles, que desde la época virreinal demostraban que ellos eran los dueños legítimos de esas tierras, y le ordenaron recuperase las tierras que les habían usurpado ilegal e injustamente.

Creían en la palabra, reclamaban pacífica y respetuosamente lo que les pertenecía, sin embargo tal como había venido sucediendo durante más de cuatrocientos años, el poder no hizo caso de su solicitud de restituir a los pueblos lo que les pertenecía.

Los pueblos indígenas desde la época prehispánica siempre han respetado la palabra dada, ya sea escrita o de manera verbal.

Al ver que la palabra escrita en los papeles no era respetada por el gobierno, y la orden era recuperar las tierras, empieza Zapata a organizar a los pueblos para la recuperación de lo que era suyo.

En mayo de 1910, recuperó por la fuerza las tierras de la Hacienda del Hospital, las cuales dejó en posesión de los campesinos del lugar.

Algunos meses después participó en la reunión que se celebró en Villa de Ayala, con objeto de discutir lo que después se convertiría en el Plan de Ayala. Reunió a los vecinos de tres pueblos: Anenecuilco, Villa de Ayala y Moyotepec. Con ellos inicia un nuevo reparto de tierras derribando las cercas.

Emiliano no solo luchó por tierra y libertad. Luchó por un medio de producción comunal, a la usanza ancestral (calpulli), así como la organización social; la toma de decisiones en asambleas de la comunidad, y todos trabajando para ella.

Emiliano Zapata, mandó siempre obedeciendo al Consejo de ancianos y las comunidades. 

Fue el más congruente y honesto líder de la Revolución Mexicana, nunca traicionó sus ideales de igualdad, libertad y justicia.

Las reivindicaciones zapatistas contenidas en el Plan de Ayala (noviembre de 1911) suponían una reforma agraria radical. “La tierra es de quien la trabaja”, frase de Teodoro Flores, padre de los hermanos Flores Magón, que se convertiría en lema de su lucha.

 Este cambio radical en la forma de propiedad era inaceptable para el poder. Francisco León de la Barra, haciendo uso de su facultad de presidente (interino), encabezó varios enfrentamientos políticos y armados contra Zapata, como lo hizo también Francisco I. Madero, quien defendía los intereses anquilosados del poder.

Zapata fue siempre fuertemente criticado por la prensa conservadora del país. Madero no concebía la reforma agraria como lo hacía Zapata. Madero creía que primero había que hacer una reforma política profunda, mientras que para Zapata era prioritaria la devolución de las tierras robadas por los millonarios hacendados, que habían hecho sus enormes fortunas despojando a los pueblos indígenas y sometiéndolos en una semi esclavitud a su servicio para trabajar “sus” tierras.

Con Madero como presidente de la República, las diferencias se acrecentaron. Zapata se entrevistó con Madero en Palacio Nacional, donde tuvieron una fuerte discusión. Madero ofreció a Zapata una hacienda en el estado de Morelos “como pago a sus servicios a la Revolución”, ofrecimiento que enfureció a Zapata, quien le contestó:

“No, señor Madero. Yo no me levanté en armas para hacerme dueño de tierras y haciendas. Yo me levanté en armas para que al pueblo le sea devuelto lo que le fue robado. Entonces pues, señor Madero, o nos cumple usted, lo que nos prometió, o a usted y a mí nos lleva la chichicuilota”.

Dicho esto, con gesto amenazador, golpeó con fuerza su carabina .30-30 sobre el escritorio del presidente Madero.

En alguna de las pláticas que mantuvo con Madero, Zapata le demostró con un ejemplo muy simple, como se sentían los campesinos en relación por el despojo de sus tierras:

“Mire, señor Madero; si yo aprovechándome de que estoy armado, le quito su reloj y me lo guardo, y andando el tiempo nos llegamos a encontrar y con igual fuerza, ¿tendría usted derecho a exigirme su devolución?

—¡Como no, general, y hasta tendría derecho de pedirle una indemnización por el tiempo que usted lo uso indebidamente!

Zapata le dijo que eso era exactamente lo que había pasado con los pueblos originarios, a los cuales unos cuantos hacendados les habían despojado de sus tierras”.

En vista de que no se había cumplido con lo que se les había prometido a las comunidades, continuar la lucha era el único medio para obtener justicia.

Escribió  Emiliano Zapata: “ En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son más dueños que del terreno que pisan sufriendo los horrores de la miseria sin poder mejorar en nada su condición social ni poder dedicarse a la industria o a la agricultura por estar monopolizados en unas cuantas manos las tierras, montes y aguas, por esta causa se expropiarán, previa indemnización de la tercera parte de esos monopolios a los poderosos propietarios de ellas, a fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos, o campos de sembradura o de labor, y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos”.

¿Qué diría Zapata del despojo y violencia que está sucediendo en Penalhó y otras comunidades de Chiapas, en Aquila, en Aguililla, en Morelos, Guerrero, Chihuahua, Nayarit, Oaxaca?

¿Qué diría de que las comunidades están en manos del crimen organizado, indefensas y violentadas?

Las enormes riquezas del subsuelo, las tierras fértiles, son peleadas por los carteles, mientras la ciudadanía se encuentra en total indefensión.

El martes pasado en el noticiero comentaron que 100 “tanques monstruo” se dirigían hacia Coalcomán. 

El despojo y violencia existente hacia las comunidades crece cada día, con total impunidad.

Termino con una frase de Emiliano Zapata: “Voy a decir verdades amargas; pero nada expresaré a usted que no sea cierto, justo y honradamente dicho”.