Llegó septiembre…

La lucha insurgente de 1810-1821 puede considerarse como la primera guerra de liberación nacional de la época poscolombina.

¡Increíble, ya estamos en septiembre!, yo no sé si usted siente lo mismo respetado lector, pero yo literal siento que el tiempo vuela.

Me encanta este mes, el campo está verde, el aire limpio y llueve torrencialmente. Estar en Morelia en esta época es un privilegio. Escuchar a las piedras rosadas, contar lo que sucedió meses, semanas, días antes del día en que Hidalgo hiciera el llamado a la sublevación.

Las mentes brillantes y corazones valientes conspirando contra el imperio español. ¡Que valentía y fuerza en las convicciones ideológicas de Hidalgo y José María Morelos!

Cuanto amor, valentía, y fortaleza por la defensa de estas tierras, de la tierra que los vio nacer, por parte de los pueblos originarios, que se lanzaron a luchar con lo que tenían a la mano; azadones, machetes, flechas, palos, piedras y sobre todo la determinación de no permitir más que estas tierras fueran de una nación extranjera, que nunca más ellos ni sus hijos fueran esclavos, torturados, explotados, despojados de todo, incluso de su vida.

La lucha insurgente de 1810-1821 puede considerarse como la primera guerra de liberación nacional de la época poscolombina, en la que las diferencias étnicas entre colonizadores y colonizados se convirtieron en un asunto político de primer orden.

En la lucha de México contra España, en la que de hecho se libraron dos guerras: una anticolonial y otra interna. No fue la primera revuelta de tintes raciales, ni la primera ni última guerra anticolonial, en el mundo de las colonias hispanas.

Tenemos como ejemplo la lucha de los pueblos andinos durante el siglo XVIII, los cuales tuvieron una gran violencia interétnica, sobre todo en los de Tupac Amaru y Tupac Catarí a principios del decenio de 1780, con los antecedentes de pequeños estallidos ocurridos a lo largo de los siglos de dominio colonial.

La lucha independentista de México fue la primera rebelión masiva del siglo XIX que presentaría, en un incipiente contexto nacionalista, elementos de confrontación étnica entre los pueblos indígenas que estaban bajo el dominio español. Aquí los problemas se dibujaron con rasgos más fuertes que en cualquier otro movimiento independentista de Iberoamérica. La lucha insurgente auguraba la muerte de un proyecto colonial europeo que prácticamente se hallaba en un estado de necrosis. Sin embargo, aun así, continuaba expandiéndose hacia otras regiones del mundo.

Por eso la lucha insurgente mexicana, es tan importante dentro del proceso de descolonización europea, tan importante para la historia del mundo moderno.

La expansión colonial se disponía a continuar con su poder por un siglo más, o quizás más. Fueron el conocimiento, la ilustración y el liberalismo quienes dieron las armas contra el poder colonial.

Cuando estoy por una cosa u otra en Palacio de Gobierno en Morelia, me parece ver a Hidalgo caminando por sus pasillos, sin embargo, su presencia es mucho más fuerte en el Colegio de San Nicolas, del que fuera Rector.

Miguel Hidalgo era un hombre ilustrado, rebelde, cuestionador del status quo. Por ello fue excomulgado, mal visto y perseguido por el poder, la clase dominante y obviamente por los criollos conservadores.

Morelia es considerada la cuna de la independencia, ya que la conspiración de 1809, abrió paso a  la lucha independentista. En dicha conspiración participaron muchos nombres importantes de la escena política y social de la ciudad. Entre ellos se puede destacar a José María García Obeso, dueño de la casa donde se celebraban las reuniones. También cabe nombrar a José Mariano Michelena, teniente del Regimiento de Infantería de la Corona y organizador de dichos encuentros. También había miembros del clero, algunos oficiales de rango bajo, abogados y gente “común”.

Los conspiradores tejieron alianzas con los indígenas, incorporando a su grupo al indio Pedro Rosales. Se contaba con un gran número en caso de que tuvieran que recurrir a las armas, aunque en un principio pretendían que todo el proceso fuera pacífico.

En su programa, además de la mencionada creación de la Junta, se encontraba la supresión de los tributos que los indígenas estaban obligados a pagar. Por su parte, los criollos tenían como uno de sus objetivos quitar el veto que sufrían para ocupar altos cargos el cual desaparecería si triunfaba la conspiración.

Justo cuando faltaba solo un día para que la rebelión programada por los conspiradores comenzara, un sacerdote de la catedral denunció los planes a las autoridades. El día 21 de diciembre de 1809 todo el complot quedó al descubierto.

A pesar del fracaso, la Conspiración de Valladolid es tenida como uno de los primeros pasos hacia el movimiento y lucha por la independencia. Si bien los que participaron en esta conspiración no eran abiertamente independentistas, su planteamiento y forma de llevarlo a cabo, sirvió para muchas otras intentonas similares.

Es importante recordar, el contexto histórico-político de la época, La situación de España y las características de la entonces ciudad de Valladolid, ya que son elementos sin los cuales no se hubiera producido esta conspiración.

La ciudad de Valladolid contaba en ese entonces con unos 20 000 habitantes. Se trataba de una ciudad con un nivel económico alto gracias a la producción agrícola. Sobre todo, destacaba, por el nivel educativo de sus centros de enseñanza.

La conspiración más cercana en el tiempo a la de 1809, fue, la muy conocida conspiración de Querétaro, preámbulo al Grito de Dolores. Realmente sabemos muy poco, sobre todo lo que sucedió a lo largo de esos once años, que constituyen una de las etapas más intensa e importantes de nuestro país.

 Lo que sí está claro, es que se unieron los indígenas a la voz de “abajo el mal gobierno”, y “a matar a los gachupines”. Todo el resentimiento por el despojo, las muertes, las torturas, el que les hayan quitado todo; incluso su calidad de humanos. Pues eran vistos y tratados como animales, como bestias de carga, como seres “no hijos de Dios”.

Mientras los criollos pretendían quitar el poder a los españoles, los indígenas querían recuperar lo suyo, su libertad, su lengua, sus costumbres, su conocimiento, su tierra: su vida.

No fue solo una guerra de independencia, también fue una guerra civil entre etnias y clases sociales.  Había una gran polarización política. Los intereses no eran los mismos, sin embargo, el hilo conductor que logro la lucha de independencia fue la valentía, la unión de todos los indígenas por el amor a su tierra y raíz, ellos fueron los que le dieron el sentido independentista.  No en balde Hidalgo, para unirlos y llamarlos, saco el estandarte con la imagen de Tonantzin, “la madrecita”.  Tonantzin, Coyolxauhqui al frente, aunque con nuevo rostro y nombre, pero con la misma esencia.

Gracias a esa lucha, ya no somos subordinados a España, el nombre de toda esta tierra que es nuestra, es México, no más la nueva España.

Morelia, fue nombrada así en honor al Generalísimo Morelos, no más Valladolid. Cada vez que pronuncio el nombre de Morelia recuerdo y honro la lucha de miles por recuperar la soberanía e independencia de estas tierras.

José María Morelos, (1765-1815) nació en esta bellísima ciudad, que hoy lleva su nombre. Fue alumno destacado del Colegio de San Nicolás Obispo, al cual ingreso en 1790. Al igual que Hidalgo, fue excomulgado por su ideología e ideales, rechazado y mal visto por la clase dominante.

A principios de octubre de 1810, Morelos tuvo noticia del levantamiento de Hidalgo, saliendo a su encuentro inmediatamente. Lo alcanzó al día siguiente, en Charo y platicaron largamente sobre la situación y estrategia.   Dándole Hidalgo la comisión de levantar en armas la costa del sur. El 13 de noviembre, Morelos y sus tropas entraron por primera vez en combate, enfrentándose al ejército realista encabezado por Luis Calatayud. El 17 de noviembre Morelos decretó que se abolía la esclavitud y las castas. El gran José María Morelos se encargó de la organización del movimiento insurgente.   El 22 de octubre de 1814, firmó en Apatzingán, el Decreto Constitucional para la libertad de la América Mexicana.

Llegó septiembre, los cerros están verdes, decenas de carritos empujados por vendedores de banderitas de todos los tamaños, inundan el centro de Morelia.  El recuerdo de esa heroica lucha por la libertad y la igualdad de los individuos y naciones, me remontan a imágenes terribles del presente, donde la desigualdad, el racismo, la pobreza, la violencia y la impunidad imperan.

¡Cuánta falta hacen José María Morelos e Hidalgo!

Termino citando la sabia y contundente sentencia de Morelos: “Temamos a la historia que ha de presentar al mundo el cuadro de nuestras acciones…”.