De la Reforma a la Revolución Democrática

Marcha en defensa del INE en Morelia. (Foto: ACG)

Antes de desarrollar esta entrega, es necesario precisar que es desarrollada por un conjunto de categorías políticas de carácter marxista, que a lo largo de cuarenta y cinco años han guiado la actividad política, académica y como periodista del que escribe. La honestidad intelectual significa  ser consecuente con las ideas, convicciones y valores que se defienden, es por ello que el que escribe defiende la teoría marxista, sin esta precisión no se entiende el título de esta entrega.

Con la marcha realizada el pasado domingo por decenas de miles de ciudadanos bajo el lema: “El INE no se toca” se puso de manifiesto la inconformidad de una parte de la sociedad civil en contra del gobierno de López Obrador  y la “Cuarta Transformación”  que no es otra cosa el proceso de la reconstrucción del régimen autoritario del partido único en el poder.

La marcha del domingo pasado sintetiza  también el repudio de amplios sectores de la sociedad civil contra la crisis económica, la inseguridad, la violencia, el desempleo, el empobrecimiento-de también  de la clase media- y sobre todo en contra de la carestía de la vida entre otras demandas sociales, políticas y democráticas  no satisfechas,  de manera inconsciente.

El hecho objetivo es que decenas de miles  de ciudadanos expresaron  su repudio a López Obrador  a partir de una sola consigna de carácter democrático.

Este hecho, a pesar de las descalificaciones de López Obrador a la movilización ciudadana, la misma ha ocasionado una grieta en el gobierno y el régimen político que pretende construir la 4T de carácter despótico.

A pesar de que la demanda es la defensa del sistema político electoral  cuya expresión es la joya de la corona que representa el INE, con todos sus defectos y excesos. En la entrega pasada en este espacio se expuso algunas consideraciones sobre una verdadera reforma democrática político electoral que por ahora no tocaremos.

De acuerdo a las categorías políticas marxistas, una reforma de carácter político es producto de la movilización social frente a un determinado régimen político y  que las fuerzas políticas la  realizan desde la cúpula del poder, es decir mediante la negociación, donde los sectores sociales  promotores del cambio político no participan o no son tomados en cuenta directamente.

En cambio, una revolución democrática es cuando la movilización de la sociedad civil –principalmente trabajadores y sectores populares – echan abajo  a un gobierno o a un régimen político en la mayoría de los casos de carácter autoritario como fueron las dictaduras militares en América Latina y en los países llamados del “socialismo real”  como sucedió en Alemania con la caída del muro de Berlín o en Polonia  con el movimiento de Solidaridad; todos estos procesos revolucionarios democráticos que terminaron con los regímenes autoritarios  fueron inconscientes, es por ello que también se les llaman revoluciones democráticas inconscientes porque no concluyen en la transformación económica y social.

La mayoría de las revoluciones democráticas son congeladas a través de su canalización en la institucionalización, dando lugar al nacimiento de la democracia formal o liberal.

En el caso de México este proceso de revolución democrática tuvo lugar  en el año 2000 cuando en una sola jornada electoral, los ciudadanos echaron abajo al régimen priísta autoritario que duró 71 años en el poder, esto fue una revolución de carácter democrático. Ya en 1988 con la elección presidencial y la movilización en defensa del voto y en contra del fraude electoral, Cuauhtémoc Cárdenas no quiso echar abajo al régimen priísta  lo que se puede considerar una traición al pueblo de México, y con ello no se consumó la revolución democrática.

Sin embargo ahora, con la marcha por la democracia se abre la posibilidad de un nuevo proceso revolucionario democrático de continuar las movilizaciones por la defensa del INE y la democracia, y con ello puede haber  por lo menos tres escenarios:

El primero, es que el gobierno de López Obrador se siente a negociar con los partidos opositores la reforma política electoral para evitar una crisis política profunda;

El segundo,  es que a pesar del mensaje de la sociedad civil que salió a marchar imponga la reforma político electoral sin cambiar una coma, apoyándose en el ejército y recurriendo a la represión ante  la movilización ciudadana, pero lo más grave de este escenario es la implementación de la misma ante una oposición ciudadana, lo que profundizará la crisis política.

El tercero, es que continúe las marchas ciudadanas y se desarrollen los comités de defensa del INE rebasando a los partidos políticos –de hecho ya están- y que las mismas  movilizaciones  demanden cambios democráticos más profundos  que pueden como posibilidad remota ocasionar hasta la caída del gobierno de la 4T y la transformación del régimen político.

Sin embargo, existe un peligro en este proceso de la lucha democrática y que consiste en que el descontento social y popular sea capturado por los partidos políticos incluyendo a Morena para evitar la movilización ciudadana que  provoque una crisis política institucional y que los propios convocantes a la jornada  ciudadana  del pasado domingo prioricen la negociación con el gobierno de López Obrador y desmovilicen a los ciudadanos para evitar la crisis política.

Al mismo tiempo esta demanda democrática de defensa del INE se puede transformar en un conjunto de otras demandas de carácter económico y social, algo peligroso para la clase dominante.

Es por ello, que se debe impulsar los comités por la democracia en todas partes, en las colonias, los sindicatos, las escuelas y los centros de trabajo.

Se debe de marchar no solo por la democracia sino por un programa que contenga las demandas más sentidas de la población, pero al mismo tiempo los sectores de los trabajadores y populares deben tomar conciencia en esta lucha se puede marchar juntos  con otros sectores de intereses antagónicos pero no revueltos, con independencia política de las organizaciones patronales y los partidos políticos.

La democracia es necesaria para continuar la lucha por las reivindicaciones económicas y sociales y profundizar la misma para abrir canales de participación directa en la vida pública, pero  no es suficiente para resolver los problemas que oprimen y explotan al pueblo trabajador y los sectores popular, es por ello que es necesario que  se continúe con la movilización y  organización de manera independiente para que triunfe la revolución democrática en el país.