DEBATAMOS MICHOACÁN: Vivir las virtudes sociales (Primera parte)

En estas fechas decembrinas y en general durante todo el año, es necesario vivir las virtudes sociales. (Foto: cortesía Gerardo Herrera).

Al reflexionar sobre los valores y como vivirlos, expreso la importancia de realizar acciones vinculadas con las virtudes sociales, en general, manifiesto sobre seis de ellas: fe y esperanza, humildad y caridad, templanza y prudencia; aunque hay otras igualmente importantes como la fortaleza, magnanimidad, liberalidad, magnificencia, recta ambición de honor, mansedumbre, cortesía, veracidad, eutrapelia, y desde luego la vergüenza.

Las virtudes son aquellas prácticas que hacen que una persona que vive en sociedad, con derechos y obligaciones, realice sus actividades sociales desde el bien, la justicia y la verdad; eso permite que las personas que viven las virtudes sociales tengan una rectitud e integridad en sus comportamientos y en la creación y desarrollo de su conciencia, pero además se mantengan alejadas de los vicios (alcoholismo, drogadicción, tabaquismo, la mentira, los excesos, el hedonismo, narcisismo, egoísmo).

Por ello, en estas fechas decembrinas y en general durante todo el año, es necesario vivir las virtudes sociales, también por cierto, los valores, te invito a que este año, tanto en Navidad, como en las festividades de fin de año, practiques las virtudes y los valores.

En el doctorado de Gobernabilidad, Política y Política Pública que realice en la Universidad Nova Hispana, revise las posiciones teóricas de los filósofos de los Pueblos Antiguos, es decir 500 años antes de esta era; en esa época tanto Aristóteles como Platón, consideraban las virtudes como la acciones, conductas o hábitos positivos o bondadosos de las personas, es decir, desde la bondad se generan las virtudes sociales.

Para Aristóteles había dos tipos de virtudes: virtudes intelectuales y las virtudes morales, las primeras se pueden enseñar y perfeccionan un rasgo de la inteligencia humana, en tanto que las morales requieren de fuerza de voluntad para vivirlas y practicarlas.

Las virtudes sociales tienen dos posiciones epistemológicas: Las virtudes cardinales (reciben su nombre de la palabra latina “cardo”, que quiere decir principal o fundamental); llamadas también virtudes morales, expresiones esenciales para las relaciones humanas y el orden social. Las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Las virtudes cardinales se complementan con las virtudes teologales: la fe, la esperanza, la humildad y la caridad.

Entonces cuáles son las virtudes teologales, durante la Edad Media, se llamaron virtudes teologales a los valores y actitudes que el ser humano asume para acercarse a Dios y relacionarse con él a través de sus actos y de la oración. En este sentido las virtudes teologales dan sentido a practicar las virtudes cardinales, en ese sentido, reitero, son complementarias, las virtudes cardinales y teologales. En la II carta del apóstol Pedro en la Sagradas Escrituras: “Con ellas (Dios) nos ha otorgado las promesas más grandes y valiosas, para que por ellas participen de la naturaleza divina” (2 Pedro: 1, 4).

De esta manera, las virtudes teologales son inspiradas en el entendimiento del ser humano por el Espíritu Santo, lo que permite a las personas con derechos y obligaciones actuar como hijos de Dios.

A continuación, relaciono al menos veinte virtudes sociales, muchas de ellas reflexionadas desde la visión de Héctor Zagal y Víctor Gómez Villanueva en su texto “Virtudes”, la trama de la felicidad según Aristóteles y desde luego la experiencia personal de quien esto escribe de varias décadas que en complementariedad podemos hacer para trabajar en complejidad.  ¿Sí practicamos las virtudes teologales como cardinales, valdría la pena ser virtuosos?, veamos el sentido de las virtudes y cómo vivirlas en el día a día:

La justicia (cardinal): se vive cuando la persona comprende el sentido del diálogo, el respeto, la tolerancia en busca del bien común, para procurar dar a cada quien lo que merece o le corresponde. La justicia, ve más allá que un pensamiento instrumental, se hace bajo un pensamiento crítico, emancipatorio, libre y autónomo para tomar decisiones éticas, que sean libres de egoísmos, mentiras, falsedad, o bien la maldad.

Quién es justo, quién aplica la justicia en sus actos, obra correctamente y respeta los derechos y libertades de su otredad, para a través del diálogo generar condiciones de armonía.

Prudencia (cardinal): nos ayuda a comprender en la construcción de nuestra comunicación y diálogo que posiciones son adecuadas o buenas y cuales son malas, a fin de tomar decisiones o brindar la opinión de la manera más correcta en nuestra vida cotidiana; es decir, al tomar decisiones positivas nos proyecta a la felicidad, toda vez que, al aplicar la prudencia, sabemos las repercusiones que tendrá hacerlo.

Fortaleza (cardinal): aunque tiene un sentido androcéntrico, realmente su significado es el valor y la fuerza interna de las personas para superar las debilidades y temores que, como sujetos, tenemos y nos impide acceder a alcanzar los objetivos o metas en nuestras vidas; vivo mi fortaleza cuando tengo la fuerza interna para luchar por mis ideales, por las utopías, por aquello que para muchos será inalcanzable.

Para mi vivir la fortaleza me permitió una lucha permanente por hacer modificaciones de los marcos normativos de igualdad en Michoacán, de posicionar el tema de la Igualdad y no Discriminación y de generar las condiciones para traer estructuras operativas (COEPREDV), el diseño de política pública, así como la Ley para prevenir y eliminar la discriminación y la violencia en Michoacán; esa fortaleza me llevó hacer el director general del COEPREDV. Es decir, la fortaleza me invito a luchar con valentía por aquello que creía era importante socialmente, pero siempre actuando desde el bien y la conciencia. Al mantener viva la virtud de la fortaleza se es capaz de lograr importantes hechos para el beneficio social y personal.

Templanza (cardinal): la primera ocasión que escuché el concepto de templanza fue en un video que vi de estudiantes de filosofía sobre Platón y su texto de la República; él hace mención a las virtudes, una de ellas, la templanza: la fuerza y los placeres.

La templanza tiene que ver con evitar el hedonismo, con el placer del sexo, la droga, el alcohol, el consumismo, las marcas; quienes tienen templanza son capaces de dominar su voluntad, las tentaciones y los deseos desordenados por medio de un pensamiento crítico, emancipatorio, libre y autónomo para tomar decisiones positivas, es decir con ética.

La templanza es el control para no pronunciar un discurso de odio (vea el odio en cuatro niveles, Cambio de Michoacán, Gerardo A. Herrera), para evitar utilizar las extremidades del cuerpo manos, piernas como armas para someter, subordinar, o dominar el cuerpo de otro, otra o bien otre; al contrario, la templanza como un instrumento de generar un discurso incluyente, un manejo socioemocional del cuerpo, las extremidades como instrumentos de cooperación, colaboración o bien de apoyo a la otredad.

Fe (teologal): tener fe en que sucedan las cosas positivas a favor de un ente social, o de una colectividad consiste en creer en Dios, en su doctrina, en su iglesia; la fe nos ayuda a creer en la palabra de Dios y transitar en el día a día a partir de sus enseñanzas, haciendo el bien y atendiendo a los principios espirituales (dar de comer al hambriento, de beber al sediento, cubrir los cuerpos de quienes tienen frio).

Muchas veces nuestras madres, también nuestros padres, frente a una necesidad laboral, médica, social, política, nos persignan y nos dicen te fe, tendrá el trabajo, sanaras, representaras a tu comunidad, es decir, la fe en Dios y sus principios para comprender al otro.

Esperanza (teologal): si bien la esperanza la asocio con el filósofo Ernest Bloch, y su libro “La esperanza”, una virtud que nos dice que no debemos esperar sino movernos para cumplir con nuestras utopías, esas posibilidades de mejora de la sociedad. Esperanza pues, no es esperar, sino movernos para avanzar.

La esperanza surge de la fe, de esperar con la certeza que Dios, ayudará de forma cotidiana y optimista. Una persona, hombre o mujer, que obra desde la esperanza, confía en que sus acciones le serán retribuidas a lo largo de la vida.  Si bien la esperanza se articula en un ejercicio divino, de alcanzar el Reino de los cielos y la vida eterna, yo prefiero, moverme para hacer en esta realidad que vivo, las oportunidades para transformar realidades a favor de la sociedad, de la vida y del respeto al otro.